sábado, 29 de septiembre de 2007

Espantos a la luz del día


Szacha Kun-Sabó es un antropólogo y arqueólogo argentino, también licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades, que ha estado estudiando leyendas y símbolos durante los últimos diez años. "Creo que la cultura es un gran contexto de símbolos, que permiten obtener una comprensión más acabada del ser humano", explica. BBC Mundo requirió su ayuda para exponer a estos espantos latinoamericanos, todos criaturas de la noche, a la luz del entendimiento.

¿Cómo "nace" un espanto?
Los mitos o símbolos tienen un fuerte contenido de contención social. En general, toda la simbología apunta a cierta reproducción ideológica, habla de elementos que esa sociedad, ese grupo humano, quiere transmitir fuertemente.
Esto lo hace a través de deidades, demonios, mitos, leyendas, duendes, que en cierta forma marcan lineamientos morales muy fuertes y que nos dicen que este grupo -esta sociedad, esta cultura- opina "esto" sobre este tema.

¿Es decir que ejercen una especie de "control moral"?
En cierta forma. Muchas veces, como por ejemplo en el caso de El Familiar, detrás del relato truculento existe también un fuerte mensaje de lucha de clases: que "todo aquel que tiene fortuna, conseguida a través de campesinos, no lo ha hecho en términos legales o de buena fe".
En este sentido, ¿también se los puede considerar un reflejo de una situación histórica? Es el mismo caso de La Llorona mexicana, que cuenta, a su manera, la conquista española.
Tal cual. Incluso en el caso de la Llorona, una de las tantas versiones es aquélla que mitifica más el personaje, y lo convierte prácticamente en una diosa que llora por sus hijos a partir de la desgracia que está por venir, ante la Conquista.
Por otro lado, la versión donde habla de la aborígen que se casa con un soldado español, está marcando una distancia en el tema del entrecruzamiento de razas.
Los mitos están influenciados por una fuerte moral cristiana o católica. Estos seres castigan a quienes rompen los mandatos de no jugar, no emborracharse, etcétera. La sociedad hace más vívidos o concretos estos mandatos morales y los recicla a través de mitos y leyendas
¿Qué nos está diciendo? Que si eres una joven que te enamoras de otro, un "otro" blanco, seguramente vas a tener una desgracia.
Y la desgracia no va a ser solamente de quien rompe un cierto tabú, como es el caso de esta mujer, sino que también van a pagar los hijos.

En una región como Latinoamérica, predominantemente católica, ¿cuál es la relación entre las leyendas y la religión, que también ejerce un control moral? ¿Por qué existen El Silbón y El Sombrerón si existe el catecismo?
Los pueblos tienden a adaptar los mandatos morales de las distintas religiones. Hay una versión ortodoxa de toda religión, pero mucha gente que se dice católica no comulga, vive en segundas o terceras nupcias, tiene relaciones prematrimoniales, y no lo entienden como pecado.
En este sentido, los mitos sí están influenciados por una fuerte moral cristiana o católica. Estos "elementos" o seres castigan a quienes rompen los mandatos de no jugar, no emborracharse, etcétera.
De alguna forma la sociedad hace más vívidos o concretos estos mandatos morales -ya que muchas veces la religión católica está escindida de la realidad cotidiana de los pueblos- y los recicla a través de mitos y leyendas.

¿Podría decirse también que, quizás, son más efectivas, porque apelan a sentimientos de terror?
Sí, son efectivas también porque, así como en las películas de terror actuales, siempre se maneja al "otro", al "distinto", como aquél que porta el mal o que va a desencadenar todos los males.
Cuando un relato de una persona que es extranjera hace hito en su extrañeza, en el ser distinto, cuando se da la posibilidad de que la gente del pueblo se relacione con ella se desencadenan todos los males.
Los relatos son de afirmación social y cultural. El que viene de afuera es portador de algún tipo de mal para el grupo, lo cual está castigado. Tanto el relato actual como el del pasado dicen lo mismo: no te juntes con extraños, porque vas a salir mal parado.

Hablando de mitos de ayer y hoy, ¿usted cree que las leyendas de que hablamos son una tradición que va de salida?
Yo creo que los relatos se van construyendo permanentemente. Vivimos en una sociedad que no es una estructura sólida, como si fuera una foto en el universo. Las sociedades son dinámicas, y sus símbolos son "movedizos", por llamarlo de alguna forma. Es decir, se van reciclando, permanentemente se adaptan a la realidad concreta, creando nuevas entidades y formas de comunicar su mensaje.

¿Puede considerarse que una de las adaptaciones es el medio por el que se transmiten? Antes corrían de boca en boca y ésta es la era de los medios masivos.
Sí, por ejemplo tenemos el tema de internet, que está plagado de sitios que hablan de distintas mitologías. La tecnología ha hecho lo suyo en la reproducción de la ideología detrás de los símbolos.
Por ejemplo, está el caso de El Chupacabras. En una ámbito rural podría haber sido un animal o una entidad diabólica. Ahora existe la versión remozada según la cual se trata de una entidad extraterrestre. Tal vez la historia va cambiando, pero el mensaje sigue siendo el mismo.
No importa lo que el Chupacabras es en sí, sino el lugar que tiene el relato dentro de la reproducción ideológica de una sociedad.

¿Y qué lugar es ése?
Es lo que comentábamos antes: toda cuestión que venga de afuera genera ansiedad. Y como no tiene nada que ver con mi forma de ser, reafirma nuestra forma de ser.
En este caso, implica cierta modalidad de cumplir con unos horarios, de seguir unos procedimientos en el manejo del ganado, de no estar solo en la carretera, de no querer investigar qué es esto.
Todo aquello que lleva a querer traspasar la valla de lo que es permitido, como si hubiera un sesgo moral divino, implica un castigo.

¿Por qué, en esta era de tecnología, sigue siendo posible creer en cosas como El Chupacabras? ¿No es como si hubiera una parte del espíritu humano que nunca puede ser satisfecho por la razón?
La necesidad de creencia del ser humano va siempre más allá. Y con esto no estoy juzgando la existencia o no de otra realidad. Lo que digo es que en esta vida concreta, la gente tiene una necesidad de explayarse en cuanto a su religiosidad, sus mitos y a cómo se transmite este tipo de cosas, de una manera muy fuerte. Estos mitos tienen un lugar en la sociedad.
Fuente: BBC Mundo.com, 24 de Agosto de 2004.

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