sábado, 29 de septiembre de 2007

Católicos chinos, entre dos aguas


La catedral católica de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, en el sur de la capital china, atrae una multitud de fieles cómo sólo podrían soñar las feligresías europeas.
Para la misa dominical el templo se abarrota, y los creyentes que no pueden acceder al interior de la catedral se sientan en los bancos en la calle.
A pesar de recientes tentativas de acercamiento, no hay relación oficial entre China y el Vaticano, pero esto parece no importar demasiado a los fieles de la iglesia católica oficial china.
La catedral del sur pekinés -un edificio de ladrillos de apariencia sólida- fundada en 1605 por el misionero jesuita de origen italiano Matteo Ricci, es la sede episcopal de Joseph Li Shan, el nuevo obispo de Pekín.
El nombramiento y la consagración de este prelado fue un hecho histórico: por primera vez en medio siglo, un obispo católico es nombrado en China con la aprobación tácita del Papa.
Su predecesor, Fu Tieshan, fue nombrado por la Iglesia Católica Patriótica -controlada por el gobierno chino- sin consultar al Vaticano, tal como ha sido la costumbre del país.

Dios y el dinero
El obispo Joseph tiene a su cargo una de las mayores diócesis de China, con una feligresía de al menos 50.000 creyentes.
"Vibrante". Así define a la diócesis la hermana Yu Shuqin.
Ella le dijo a la BBC que aunque el dinero parece ser el nuevo "dios" de China, muchos están buscando "bienes espirituales" en el catolicismo.
"Mientras más dinero hacen algunos, más vacíos se sienten", asegura la hermana Yu en una de las oficinas de la catedral desde la cual se escuchan los cánticos del templo.
La diócesis de Pekín está a cargo de 19 templos, un seminario, un convento, una clínica y una escuela.
La feligresía incluye un amplio muestrario de edades y orígenes sociales.

¿Religión por una visa?
La hermana Yu, quien trabaja en la oficina de Relaciones Exteriores de la diócesis, expresa que la gente se acerca a la iglesia católica oficial por variadas razones.
"Hay muchos chinos que no son cristianos pero viajan al exterior y conocen cristianos que le inspiran respeto. Entonces se convierten", asegura.
Hay otros que vienen a la iglesia porque estiman que eso los ayudará a conseguir visas para viajar al extranjero", añade.
La religiosa declinó comentar acerca de los problemas entre China y el Vaticano, que se centran principalmente en cuál de los dos tiene la autoridad para designar obispos.
Otros feligreses se mostraron más dispuestos a hablar sobre la división del catolicismo en China.

Fieles a Roma
Zhu Zhijin, maestra originaria de Chengde en la provincia de Hebei, acudió a la misa dominical en la catedral pekinesa con dos amigos, pero reconoció que a la vez asiste a las celebraciones de la iglesia paralela.
La iglesia católica no autorizada por el gobierno chino, fiel al Vaticano, celebra misas en casas particulares.
Sus fieles no quieren que la palabra de Dios "se filtre" a través del control estatal de las autoridades de Pekín ejercido desde 1957 mediante la Asociación Católica Patriótica.
"Esa iglesia está controlada por el gobierno y no tiene poder", manifiesta Zhu señalando a la catedral de la Inmaculada Concepción. "La iglesia clandestina (fiel a Roma) es más tradicional", añade.
Esa opinión, sin embargo, no impide a la maestra, de 24 años de edad, asistir a misa en las iglesias controladas por el Estado.

Al margen
Otro católico presente en la catedral, el diseñador gráfico Zhao Xudong, de 25 años de edad, trata de mantener la política al margen de la religión.
Originario de Baotou, en la región autónoma china de Mongolia Interior, Zhao dice que algunos de sus amigos practican en la iglesia clandestina, aunque él no.
"Sé que hay problemas entre la iglesia oficial y la clandestina, pero eso no me preocupa. Yo sólo creo en Dios", expresa.
Tras manifestar su opinión Zhao se retira y une a tres amigos que, junto a centenares de creyentes, se preparan para asistir a la próxima misa.
Fuente: BBC Mundo.com, 25 de setiembre de 2007.

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